Este mes queremos ilustrar la curiosa historia del Icono que preside las andas procesionales de la Parroquia-Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid. Este, que ha recibido varias restauraciones, guarda tras de sí una curioso historia.

Cuando los redentoristas se instalaron en Valencia, en la iglesia del Temple, en junio de 1917, comenzaron a dar culto allí a la devoción que Pio IX les había encomendado. Para ello, en 1918 encargaron a un pintor madrileño, Eduardo Torralba, un óleo que embellecieron con un rico marco en pan de oro y en el mes de abril lo expusieron al culto con un triduo. Como la iglesia estaba dedicada a la Virgen de Montesa, nuestro icono fue colocado en un altar lateral.

El 19 de julio de 1936, el P. Félix Ramos y el H. Bernardo Gallo, los últimos en salir de casa, antes de irse del Temple escondieron el cuadro de la Virgen en una cavidad que existe debajo del templete del altar mayor. Tras la contienda y la constitución de la comunidad en 1939, el cuadro había desaparecido de ese lugar. Pasado algún tiempo apareció misteriosamente sobre la mesa de la sacristía. Nadie supo cómo ni quién lo trajo. Parecía obra de los ángeles. En vez de colocarlo en su altar lo acomodaron para las andas procesionales.

Fue el 28 de abril de 1974. Un señor, al terminar una celebración, explicó la milagrosa aparición del cuadro. Él trabajaba en la Diputación de Valencia, que tenía su sede en el contiguo convento del Temple. Ante la amenaza de que los milicianos la profanasen, entró en la iglesia por una de las puertas que comunican el antiguo convento y el templo, y recogió la Virgen. Ya en la Diputación, la embaló y guardó en un armario al que colocó un cartel que decía «Decomisado por la Diputación provincial». Allí quedó a salvo durante la contienda; una vez calmadas las aguas, él mismo entró en secreto en el templo y la dejó en la sacristía.

 

Antonio Quesada CSsR

Este artículo se publicó en ICONO en julio de 2021