Recordaréis aquella frase que dice “Lo que no se nombra, no existe”. Igual no poner nombre a esas cosas que nos hacen daño es un mecanismo de defensa que, lejos de protegernos, nos lleva al sufrimiento y al daño. De ahí la importancia de ponerle nombre a las emociones que, en situaciones como el engaño, el insulto, la ofensa o la traición nos pueden generar un enorme problema no solo a nivel personal, sino a nivel familiar e incluso, social.
Rencor y paz
Carmen Martínez