Dice San Juan en su epístola: “A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud” (1 Jn 4, 12). Por un lado no engaña ni promete boberías… eso de ver a Dios no se ha dado aún, llegará el momento, pero nadie en este mundo lo ha visto. El amor en cambio se convierte en el signo de la presencia y la fidelidad de Dios con nosotros. Lo contrario también es cierto: no amar, vivir en el rencor o el odio es signo de vivir lejos de Dios, sin Dios. “Dime si amas y te diré si crees” nos formula Juan en su carta.
¡Qué listo era Jesús! Tres besos nos pide
Víctor Chacón, CSsR