Empezamos la cuaresma, tiempo litúrgico que sirve para prepararnos para la Pascua. Se nos invita a reconocernos bautizados y a realizar un proceso de conversión, de renovación interior a través de la oración; se nos invita a pasar por el perdón o el arrepentimiento de aquello que no nos gusta mucho de nosotros; se invita también al ayuno de aquello que nos mantiene “enganchados” sin una clara utilidad o aportación personal o social; invita a pensar en el otro, en el más desfavorecido o desamparado. Suena a un tiempo muy espiritual que irremediablemente ha de pasar por la cruz. Lejos de que pueda sugerir dolor o fustigación, me gustaría ser capaz de transmitir el enfoque de la redención que supone este periodo. Y para ello, qué mejor manera que analizar la cruz de los misioneros redentoristas.
Cuaresma, renovación y conversión
Carmen Martínez Valero