Solo se me ocurre dar gracias a Dios por la diversidad de dones y carismas de las personas de las comunidades en las que me muevo a lo largo del año, me fascinan. A veces me gusta imaginar la comunidad como si se tratase de la singular fauna que encontramos en la sabana africana: donde cada una de las especies dispone de una peculiar belleza, y el equilibrio de la convivencia entre ellas resulta pasmosamente increíble, en enigmática armonía.
Carisma y vida
Carmen Martínez