Son apenas doce uvas, y ya te has dejado otro año atrás. Llega un momento en la vida en el que los años no pasan, te atropellan. Cuando te quieres dar cuenta, se te ha escapado otro. Gracias a Dios, por supuesto, pero con una sensación de vértigo, de vivir en un tren acelerado en el que eres, al mismo tiempo, el pasajero del último vagón y el maquinista que no para de echar carbón a la caldera.
Una tarea para un nuevo año
Miguel Ángel Moreno