Días después de la tragedia de la Dana en Valencia, uno no sabe muy bien qué balance hacer. Quizás no se trate de balances, sino de seguir ayudando. Lo más triste: las personas que fallecieron. Quedan los vivos, y bastantes lo están pasando muy mal. Cierto, la ola de solidaridad ha sido inmensa. Espontáneamente, muchas personas, sobre todo jóvenes, a veces con una escoba, han acudido a los lugares más castigados para ayudar. Otras muchas se organizaron para recoger alimentos y ropa. También muchos han ayudado económicamente, enviando sus donativos a Caritas. La gente ha sido y es maravillosa. Siempre hay excepciones: los grupos de bandas que asaltaron comercios e incluso buscaron en Iglesias objetos para llevarse.
Dana en Valencia, unos días después
Martín Gelabert, op