Páginas desdeICONO ABRIL-15Con la mirada puesta en la imagen de María, Madre del Perpetuo Socorro, nos preguntamos: ¿Cómo hablar de ella? ¿Cómo presentarla a los más jóvenes? ¿Cómo hacerlo con un lenguaje pastoral actualizado, con una teología renovada y, sobre todo, con un espíritu lleno de Dios? Quizá la devoción a María necesite pasar por un proceso de purificación de tantos lenguajes y misticismos que le hemos ido añadiendo a lo largo del tiempo y que obedecen más a un espiritualismo desenfocado que a una espiritualidad auténtica. Quizá, a los que queremos hablar de María nos falte, “un poco”, introducirnos en el misterio de su maternidad callada, en la contemplación del Icono, en el silencio habitado de su mirada, en su preocupación por los demás…

En un mundo lleno de palabras, ella sabe callar para darnos la Palabra: “… y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14). No, no somos profesionales que rellenan su vida con palabras, sino hombres que quieren articular el arte del silencio. Nos dice el P. Bertólez en su artículo que en los evangelios solo aparecen siete frases de María… y con eso le bastó para ser considerada la mujer más influyente en la historia de la humanidad.

Una capilla lateral de la catedral de México D.F. está dedicada a todos los santos que han escrito sobre María y en ella ocupa un lugar privilegiado San Alfonso María de Ligorio. Nosotros, los misioneros redentoristas, somos herederos de una tradición enraizada en esta devoción a María, que tuvo una de su mayor expresión cuando Pío IX nos entregó el Icono del Perpetuo Socorro. Si por algo somos conocidos o reconocidos es porque hemos cumplido de manera más que notable el mandato que nos dio el papa: “Dadla a conocer al mundo”. Pero también somos sabedores de que cada tiempo y cada momento pide un lenguaje y unas formas que no son las de hace 50, 20
o 10 años. María necesita ser dada a conocer en este momento, pero no desempolvando viejas recetas, sino buceando en el lenguaje de hoy, en la teología de hoy y, sobre todo, en los hombres y mujeres de hoy. Somos conscientes de que no podemos vivir de las rentas o del hermoso legado que hemos recibido y esto es un reto atrayente. Somos quienes somos y lo que somos, también por María del Perpetuo Socorro, y sin ella no seremos quienes estamos llamados a ser.

Vivimos una profunda transformación social que está impulsando una transformación eclesial. Nosotros, como misioneros de la abundante redención, no podemos perder el tren dejando olvidada María, madre de la novedad. Ella es para nosotros y nosotros somos para ella. Ese es nuestro reto y esa es nuestra labor: “Dadla a conocer al mundo”.

Sin ella no seremos quienes estamos llamados a ser

El 25 de junio de 2015, el papa Francisco oraba ante el Icono del Perpetuo Socorro. Tras una breve presentación solo hizo silencio, posó su mano sobre el Icono, cerró los ojos y oró ante la imagen de María. Hoy, casi un año después, percibo que ese silencio fue toda una lección que, entonces, no llegué a comprender. Todavía resuenan sus palabras:

“Orad ante el Icono…, haced silencio, que vuestras palabras
no sean las de los falsos profetas, sino que estén
tejidas de encuentro…”.

Francisco Javier Caballero, CSsR
director@revistaicono.org